Goethe, pensar la ciencia con el espíritu del arte

“Goethe in the Roman Campagna” por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein

“Goethe in the Roman Campagna” por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein

“Si nos aventuramos en el conocimiento y en la ciencia, lo hacemos tan sólo para regresar mejor equipados para la vida.” Johann Wolfgang von Goethe

Johann Wolfgang von Goethe es más conocido como poeta y novelista fundador del movimiento “Sturm und Drang” (“Tempestad e ímpetu”), considerado el preludio del Romanticismo alemán, que como científico. Sin embargo, su afán por conocer y comprender los misterios de la naturaleza inunda el conjunto de su obra literaria. La mirada del poeta se complementaba a la del científico. Su atracción por la ciencia se unía a su pasión por el amor y la literatura, necesitaba saber “lo que mantiene íntimamente unida a la naturaleza» (Fausto).

Goethe deseaba estudiar jurisprudencia en la Universidad de Göttingen, de fuerte influencia pragmática inglesa, pero su padre lo mandó a la cosmopolita Universidad de Leipzig que Goethe definió en Fausto como «un pequeño París que cultiva a su gente». En sus aulas tuvo el primer contacto con las ciencias a las que, sin embargo, no prestó demasiado interés. Por aquel entonces sus esfuerzos se centraron en cultivar el primero de sus múltiples romances. Tras un breve periodo en Frankfurt, donde leyó a Paracelso, se mudó a Estrasburgo para terminar su licenciatura en leyes. Allí, entró en contacto con conceptos de química y conoció al reverendo J.C. Lavater, quien lo animó a trabajar con él en la demostración de que la estructura ósea del cráneo era la responsable última de la fisonomía.

Sus siguientes destinos fueron Wetzlar, donde hizo prácticas de abogacía en el tribunal y se enamoró de la prometida de un colega y Frankfurt, en el que fracasó en su intento de abrir un bufete de abogado y en su compromiso con la hija de un banquero.  Finalmente, le invitaron a la Corte de Weimar de Carlos Augusto de Sajonia-Weimar-Eisenach, heredero del ducado de Sajonia-Weimar, el paraje deseado para poder huir de la abogacía y de su relación sentimental.

En Weimar, inició sus investigaciones científicas seducido por los pensamientos filosóficos de Schedling y Johann Gottfried von Herder, dejando a un lado el aparato matemático («las matemáticas no le sirven a mi manera de pensar»). Era consciente de que procediendo de esta manera, sus ideas contarían con la oposición de un gran número de personalidades científicas. Pero aún así, gracias a la confianza en sus propios argumentos, creía que  pasaría a la posteridad por su aportación a la ciencia. Al fin y al cabo, poetas, había muchos.

“Los sabios, y especialmente los matemáticos, no dejarán de encontrar ridículas mis ideas, y quizá hagan algo mejor: como gente distinguida que son, las ignorarán completamente.”

La ciencia de Goethe se opuso a los procedimientos de las ciencias empírico-analíticas. Para él, no tenía sentido el aislamiento experimental de los fenómenos tanto de las condiciones objetivas de su aparición, como de las condiciones subjetivas de su observación. La experiencia científica estaba unida a la experiencia vital e histórica del investigador. Su interés se centraba en la conexión e interrelación de los fenómenos que debía mostrar todo experimento. Pensaba la ciencia con el espíritu del arte, postulaba la unidad entre ciencia y poesía bajo la relación comunicativa con el mundo natural. Goethe consideraba la Naturaleza como un todo animado y el mundo como un organismo vivo que respiraba y se transformaba sin cesar. En palabras de Hegel, la ciencia de Goethe puede entenderse como una “consideración sensorial de la naturaleza”

“El fenómeno puro —dice— se presenta como resultado de todas las experiencias y de todos los experimentos. No puede nunca ser aislado, sino que se muestra en una sucesión constante de fenómenos. Para representarlo, el espíritu humano determina lo que es empíricamente incierto, excluye lo que es casual, separa lo que es impuro, desarrolla lo que es intrincado, y así descubre lo que no es conocido”. (El experimento como mediador entre sujeto y objeto; Goethe)

Coincidía con Kant en aceptar leyes naturales necesarias y universales, pero las vías para fundamentar dicha suposición eran completamente diferentes. Mientras que para Kant esto derivaba en el modelo newtoniano, para Goethe se enlazaba con el pensamiento de Giambattista Vico de que en el mundo sensible, todo dependía de todo “de la relación que entre sí guarden los objetos, y sobre todo, de la que existe entre el hombre y el objeto principal entre todos los de la tierra y los demás” (Goethe). Por tanto, ante cualquier fenómeno de la naturaleza, el científico debía escudriñar en busca de manifestaciones parecidas y afines. Su ciencia era romántica y orgánica. Para Goethe, la ciencia materialista de su época, había tomado el camino fácil del desmembramiento de la naturaleza y la negativa a considerarla como un todo, era una forma de reduccionismo.

“¿Entonces cómo debe ser el método científico? Así como una buena obra de teatro no puede escribirse íntegramente sino apenas en su mitad, dejando el resto al arbitrio del grado de evolución del arte escénico, de la personalidad de los actores, potencia de su voz y peculiaridad de sus gestos, y también al grado de espiritualidad y buena disposición del público, otro tanto sucede naturalmente en un libro que trate de fenómenos naturales. Para disfrutar con su lectura y sacar provecho, deberá el lector tener siempre presente a la Naturaleza, ya en realidad, ya en la imaginación.“ Goethe.

La experiencia se podía dividir en categorías empíricas que se subordinaban a categorías científicas, las cuales proporcionaban conocimiento. Para él los principios y leyes superiores se revelaban mediante la percepción sensible en forma de “fenómenos primarios”. El procedimiento científico se iniciaba delimitando lo que era un fenómeno primario para, posteriormente, observarlo desde varios ángulos y diversas disciplinas. De los resultados cuantitativos de esta primera fase, había que extraer la impresión cualitativa para evitar el reduccionismo a una fórmula matemática que conducía al aislamiento del suceso.

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Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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